lunes, 2 de septiembre de 2013

Bula de canonización: Carta Decretal con la que se asignan al Beato José Manyanet y Vives los honores de los Santos.

“Con tu nombre se bendecirán 
todas las familias del mundo” 
Génesis 12,3.

Como Abraham, que fue llamado por Dios para iniciar al nueva familia de los hijos de Dios, el beato José Manyanet y Vives consagró toda su vida a fomentar y defender la dignidad del matrimonio y de la familia según el plan de Dios, cuyo cometido es la edificación de la familia de Dios, que es la Iglesia. Él contribuyó de tal modo a la renovación de la vida familiar en la España del siglo XIX, que fue llamado “verdadero apóstol de la familia”.

Este ferviente hijo de la Iglesia nació el día 7 de enero de 1833 en Tremp, en la diócesis de Urgel, en España, en el seno de una familia numerosa y cristiana. Presintiendo su vocación al sacerdocio, en 1845 ingresó en el colegio de la Escuela Pía de Barbastro. Completó su formación filosófica y teológica en los seminarios diocesanos de Lérida y Urgel y el día 9 de abril de 1859 fue ordenado sacerdote de esta última diócesis.

Fue un colaborador estimado del obispo de Urgel en varios oficios de la curia diocesana y en el desempeño de su ministerio sacerdotal, hasta que se sintió llamado por Dios para presentar al mundo los ejemplos de la Sagrada Familia de Nazaret y promover la formación cristiana de las familias, principalmente por medio de la educación e instrucción eminentemente católica de los niños y los jóvenes. “¿Qué hacer —decía— para devolver a las familias su dignidad, la paz y tranquilidad de que hoy día carecen? No hay nada más que señalarla y aficionarla a imitar el perfectísimo modelo de la Sagrada Familia, y de seguro se reformará, y reformada ella, quedará saneada la sociedad” (Camareros S.F., 1868, I,6).

Con este fin, movido por el Espíritu, en 1864, fundó el Instituto de los Hijos de la Sagrada Familia, Jesús, María y José y, en 1874, el de Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret. “La educación e instrucción de la niñez y la juventud —escribía— puesta en manos de sacerdotes y estos religiosos, es el medio más apto... y de resultados más positivos para reformar la familia y con ella la sociedad” (Carta, marzo 1889).

Fruto de la oración y de su sensibilidad eclesial, en 1869, propuso la idea de levantar un templo expiatorio para que fuera el símbolo visible y el hogar espiritual de las familias de todo el mundo. De esta inspiración nació el Templo expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona, obra insigne del arquitecto siervo de Dios Antonio Gaudí.

El día 2 de febrero de 1970 hizo la profesión religiosa como Hijo de la Sagrada Familia y recibió la de los primeros compañeros. A lo largo de su vida, vivió esta consagración como respuesta a la llamada de Dios en un clima sobrenatural y con una fidelidad heroica.

Trabajador modelo por el Reino de Dios en Cristo, llevó a cabo una admirable actividad apostólica en favor de la promoción del matrimonio y de la familia cristiana, principalmente con la predicación, escribiendo libros, abriendo escuelas, colegios y centros de pastoral para la formación de los padres y de los hijos, especialmente de los más necesitados. Quería familias como escuelas y escuelas como familias. En todas estas actividades proponía el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret, desde cuyo hogar y escuela Jesús, el hijo de Dios, proclamó el Evangelio de la Familia como Nos mismo hemos escrito en la Carta a las familias, 23.

Creó otras asociaciones familiares para que imitaran también a la Familia de Nazaret y colaborasen en la tarea educadora de las familias y de los niños y jóvenes. Con este mismo fin fundó la revista titulada La Sagrada Familia para llevar las virtudes y ejemplos de Jesús, María y José a todos los hogares y llegaran a ser verdaderas iglesias domésticas. “La paternidad es como un sacerdocio —escribía el beato Manyanet— y así como es propio del sacerdote exhortar, predicar y rogar, del mismo modo los padres de familia dentro de su casa deben ser celosos vigilantes y constantes, pero prudentes predicadores” (Preciosa Joya de Familia, II, 2, 1889).

Él deseaba ardientemente y trabajó con constante y admirable celo para que “todas las familias de la tierra imiten y bendigan a la Sagrada Familia de Nazaret”. “La Sagrada Familia —escribía— desea ser conocida, el Papa lo suplica, el estado actual de la sociedad lo exige” (Nuestro objeto, 1899).

Él, por su parte, habiendo recibido el don de llamarse y ser Hijo de la Sagrada Familia, entregó su corazón a esta Familia Santa y estableció su morada espiritual en la Casa de Nazaret. Allí, mediante la lectura y meditación de la Sagrada Escritura, alimentó su piedad filial hacia Jesús, María y José, y aprendió a ser testigo y apóstol de la santidad de esta Familia. Identificado con el personaje literario de su autobiografía espiritual llamado “Desideria”, creyó siempre en la posibilidad y necesidad de crecer en la condición de hijo de Dios por el camino de la sumisión y de la humildad, como Jesús, junto a María y José en Nazaret.

Fue un óptimo maestro espiritual tanto de los seglares como de los religiosos. Humilde y obediente siempre a los Prelados, soportó con serenidad, entereza y paciencia muchas contrariedades y sufrimientos.

Minada su salud por unas llagas abiertas en el costado durante 16 años —que llamaba las “misericordias del Señor”— el 17 diciembre de 1901, esclarecido en virtudes y buenas obras, volvió a la casa del Padre, en Barcelona, rodeado de niños y jóvenes. Sus últimas palabras fueron esta jaculatoria repetida tres veces: Jesús, José y María, recibid cuando yo muera el alma mía.

Aumentando la fama de su santidad, el año 1931 se comenzó la Causa de beatificación y canonización. Habiéndose cumplido todo lo exigido por el derecho, el día 25 de noviembre de 1984 proclamamos solemnemente a José Manyanet beato. El día 20 de diciembre de 2003, en Nuestra presencia, fue proclamado el Decreto sobre un milagro atribuido a la intercesión del mismo beato. Escuchados los pareceres de los Padres Cardenales y Obispos en el Consistorio celebrado el día 19 de febrero del año siguiente, con los pareceres a favor, decretamos que el rito de la canonización se celebrase en Roma el día 16 de mayo siguiente.

Y hoy, en la solemne celebración de la Eucaristía en la plaza de San Pedro, pronunciamos esta fórmula:

“En honor de la Santísima Trinidad, para exaltación de la fe católica e incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y Nuestra, habiendo meditado largamente e invocado repetidamente la ayuda divina y habiendo recibido el parecer de muchos Hermanos nuestros en el episcopado, declaramos y definimos Santos a los Beatos Luigi Orione, Annibale Maria Di Francia, José Manyanet y Vives, Nimatullah Hassab Al.Hardini, Paola Elisabetta Cerioli y Gianna Beretta Molla, les inscribimos en el catálogo de los Santos y establecemos que en toda la Iglesia sean piadosamente honrados entre los Santos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Cuanto por las presentes Letras hemos establecido, ordenamos que ahora y por siempre sea ratificado y afirmado, sin que obste nada en contrario.

Dado en Roma, en San Pedro, el día 16 de mayo de 2004, vigésimo sexto de nuestro Pontificado.

Yo Juan Pablo
Obispo de la Iglesia Católica

Leonardo Erriquenz,
Protonot. Apost.

Primera y última página de la Bula pontificia de la canonización del Padre José Manyanet y Vives.



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