Hoy le pedimos a san José Manyanet que interceda por todos los hijos de Tremp, especialmente por todo el pueblo catalán, que él amaba tanto, y para el cual quiso levantar el Templo expiatorio de la Sagrada Familia en la capital, Barcelona (...)
Pidamos también por el presbiterio de nuestra diócesis, que sepamos imitar la apostolicidad tan bella, los ojos abiertos que tuvo san José Manyanet, quien cerca de su obispo, muy unido siempre a él, el obispo Caixal, a quien tanto amó, descubrió las nuevas necesidades que tenía el mundo familiar en aquella primera ruptura de la emigración del mundo rural a la ciudad.
Era una gran crisis a causa de la industrialización, cuando los niños, apenas a los 8 o 9 años, ya empezaban a trabajar... Pues bien, precisamente en este mundo tan duro, en aquel primer capitalismo sin entrañas, Manyanet inicia su obra apostólica —precisamente está enterrado en uno de los barrios más comprometidos con la industrialización de Barcelona, Sant Andreu de Palomar, en la parroquia, antes Jesús, María y José, y que ahora lleva su nombre de Sant Josep Manyanet—, y desde allí irradió amor al mundo obrero, a la familia trabajadora, a las gentes que necesitaban calor, cariño y cultura.
Hoy el mundo obrero tiene un rostro nuevo de emigrante, un aspecto de muchos colores, probablemente de otras religiones y confesiones, y lastimosamente de una carencia de educación religiosa en muchos casos. Que aquel amor que san José Manyanet tuvo por la gente sencilla y trabajadora siga vivo hoy en la Iglesia diocesana de Urgel, en las iglesias que hacen camino en Cataluña, y en la Iglesia universal (...)
Y también el campo pastoral que san José Manyanet vivió más, que trabajó más, en el que sembró más, que continue siendo un objetivo prioritario, la familia, la pastoral familiar (...) La familia es el lugar prioritario de la formación de la persona y de la sociedad, la cuna de la vida y del amor, y de aquí se podrá ir aprendiendo el amor, la fidelidad, la necesidad de corresponder (...)
Una iglesia hecha de familias. A mí me gusta mucho la expresión de Juan Pablo II durante el Sínodo de África: “La Iglesia es la familia de familias”. La familia como iglesia doméstica, así la definía el Concilio Vaticano II. Así como una visión de la iglesia universal formada por familias, como las iglesias diocesanas, a través de las cuales subsiste y actúa la Iglesia una, santa, católica y apostólica.
Texto extraído de la homilía del obispo de Urgel, Mons. Joan E. Vives durante la misa de acción de gracias en Tremp por la canonización de José Manyanet (Roma 2004).
Fuente: José Manyanet Santo. Memoria de la canonización. Barcelona 2006.
Pidamos también por el presbiterio de nuestra diócesis, que sepamos imitar la apostolicidad tan bella, los ojos abiertos que tuvo san José Manyanet, quien cerca de su obispo, muy unido siempre a él, el obispo Caixal, a quien tanto amó, descubrió las nuevas necesidades que tenía el mundo familiar en aquella primera ruptura de la emigración del mundo rural a la ciudad.
Era una gran crisis a causa de la industrialización, cuando los niños, apenas a los 8 o 9 años, ya empezaban a trabajar... Pues bien, precisamente en este mundo tan duro, en aquel primer capitalismo sin entrañas, Manyanet inicia su obra apostólica —precisamente está enterrado en uno de los barrios más comprometidos con la industrialización de Barcelona, Sant Andreu de Palomar, en la parroquia, antes Jesús, María y José, y que ahora lleva su nombre de Sant Josep Manyanet—, y desde allí irradió amor al mundo obrero, a la familia trabajadora, a las gentes que necesitaban calor, cariño y cultura.
Hoy el mundo obrero tiene un rostro nuevo de emigrante, un aspecto de muchos colores, probablemente de otras religiones y confesiones, y lastimosamente de una carencia de educación religiosa en muchos casos. Que aquel amor que san José Manyanet tuvo por la gente sencilla y trabajadora siga vivo hoy en la Iglesia diocesana de Urgel, en las iglesias que hacen camino en Cataluña, y en la Iglesia universal (...)
Y también el campo pastoral que san José Manyanet vivió más, que trabajó más, en el que sembró más, que continue siendo un objetivo prioritario, la familia, la pastoral familiar (...) La familia es el lugar prioritario de la formación de la persona y de la sociedad, la cuna de la vida y del amor, y de aquí se podrá ir aprendiendo el amor, la fidelidad, la necesidad de corresponder (...)
Una iglesia hecha de familias. A mí me gusta mucho la expresión de Juan Pablo II durante el Sínodo de África: “La Iglesia es la familia de familias”. La familia como iglesia doméstica, así la definía el Concilio Vaticano II. Así como una visión de la iglesia universal formada por familias, como las iglesias diocesanas, a través de las cuales subsiste y actúa la Iglesia una, santa, católica y apostólica.
Texto extraído de la homilía del obispo de Urgel, Mons. Joan E. Vives durante la misa de acción de gracias en Tremp por la canonización de José Manyanet (Roma 2004).
Fuente: José Manyanet Santo. Memoria de la canonización. Barcelona 2006.
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