martes, 3 de septiembre de 2013

El siglo XIX en España, por José María Blanquet, S.F.

Luchas entre liberales y conservadores

La lucha entre liberales y conservadores jalona la historia política del siglo XIX en España, que se abrió con el trauma de la guerra de la Independencia contra los franceses.

Una primera manifestación de estas luchas entre liberales y conservadores en Catalunya fue que los obispos se reunieron en Mallorca como protesta contra el liberalismo de las Cortes de Cádiz y contra la nueva Constitución de 1812. El retorno del absolutismo con Fernando VII en 1814 significó la vuelta a la situación anterior.

El estado de opinión contrario a la religión aumentó durante el trienio constitucional de 1820-1823. Durante este periodo las medidas liberales fueron reimplantadas y se llevó a cabo una política de desamortización, de disolución de órdenes y congregaciones religiosas y de supresión de diezmos eclesiásticos. Numerosos obispos tuvieron que exiliarse.

Estos hechos provocaron el levantamiento de los realistas (ultra conservadores), con el apoyo de muchos eclesiásticos. El enfrentamiento prosiguió durante la llamada "década ominosa" (1823-1833), la cual fue un período de fuerte reacción anticlerical llevada a cabo por los liberales.

El año en que Manyanet nació en Tremp señala el comienzo de la primera guerra carlista (1833-1840). Los soldados de don Carlos llegaron a Tremp y fueron distribuidos por las casas.

En Catalunya estalló en 1835 una revuelta popular contra los religiosos conocida como la "Quema de conventos". Ese mismo año, el ministro Mendizábal decretaba la desamortización de los bienes de las órdenes religiosas y en 1836-1837 fue decretada la exclaustración.

Los obispos de Catalunya intervinieron en la elaboración del concordato con Roma del año 1851, pero al triunfar los progresistas sobre los moderados (1854) fue decretada la libertad religiosa, a la cual se opusieron los obispos de Catalunya, por lo que algunos fueron expulsados del país.

La victoria de la Unión Liberal y el retorno de los moderados llevó al restablecimiento de la unidad católica y la entrada triunfal del obispo José Costa y Borràs (1805-1864) en Barcelona (1850-1857). Sin embargo, la tensión religiosa fue en aumento, dado que la mayor parte del clero era conservadora y pro-carlista.

La revolución de 1864

La revolución de 1864 destronó a la reina Isabel II. Hubo de nuevo un exilio obligado de obispos y sacerdotes. La iglesia adoptó una actitud claramente contrarrevolucionaria y los obispos catalanes colaboraron en la organización de gran un plebiscito por el mantenimiento de la unidad católica (1869), declarándose hostiles a la nueva Constitución, de carácter laico. Estos obispos asistieron al Concilio Vaticano I y defendieron con ardor la infalibilidad del Papa, contra los grupos franceses y alemanes. En particular Caixal, que intervino activamente.

1864, Syllabus

El Syllabus del papa Pío IX fue un manifiesto contrarrevolucionario: la prevención de la iglesia contra los errores de la modernidad. La iglesia en España se adhiere a las orientaciones romanas. El catolicismo español toma entonces un aire polémico y ultramontano.

Tercera guerra carlista (1872-1876)

La tercera guerra carlista fue de protesta contra las medidas laicizantes y las persecuciones de la I República (1873).

El artículo 2 de la nueva Constitución, después de la restauración monárquica (1876), que admitía la libertad religiosa, desencadenó una polémica de más de treinta años entre el carlismo, sobre todo en su sector integrista y la línea liberal-conservadora y pragmática, seguida por las fuerzas confesionales constitucionalistas.

El clero era mayoritariamente integrista, y el obispo Caixal estuvo como vicario general castrense junto al último reducto carlista en la Seu. Luego Caixal pasó por la vergüenza del traslado a Barcelona con las fuerzas derrotadas, junto a las cuales, entre el escarnio público, fue paseado por las Ramblas de Barcelona. Caixal marchó desterrado a Roma, donde murió en 1879.

Nuevas fundaciones de congregaciones religiosas

Merecen ser nombradas las nuevas fundaciones de congregaciones religiosas creadas con finalidades sobre todo de enseñanza y servicios sociales, en especial en hospitales, como las de Joaquina de Vedruna, María Ràfols, Francisco Palau, Ana María Janer, Enrique de Ossó, Manuel Domingo y Sol, Rosa Molas, Francisco Coll, Paula Montal y... José Manyanet, entre otros.

Es también el tiempo de la restauración de los monasterios y santuarios como Montserrat y Ripoll, el comienzo del templo de la Sagrada Familia, el templo de San José de la Montaña y el templo Salesiano del Tibidabo, en Barcelona.

Y sobre todo a partir de la encíclica Rerum Novarum (1891) de León XIII, toma incremento el catolicismo social en el que destaca el padre Gabriel Palau en Barcelona, el padre Antonio Vicent en Valencia —ambos jesuitas—, la congregación de San Juan Bosco y la del padre Manyanet.

Fuente: José Manyanet, Profeta de la Familia. J.M. Blanquet y J. Piquer. Ed. Claret. Barcelona, 2004.

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