Un rasgo significativo del padre Manyanet es su ferviente devoción a María. El amor a María arraigó en su corazón desde niño y es una de las presencias características de su devoción.
Ya mayor, recordará siempre la imagen de la Inmaculada guardada en su casa, bajo la campana de cristal, delante de la cual innumerables veces se había arrodillado con su madre de la tierra para implorar la protección de su Madre del cielo. Esta imagen es símbolo de la protección de la Madre sobre la vida y las obras de Manyanet, marcadas por su presencia maternal.
Con toda razón se puede afirmar que el amor a la Virgen, especialmente después de haber sido consagrado por su madre a la Virgen de Valldeflors, fue el amor fiel de su vida.
Incluso puede realizarse un significativo elenco de las advocaciones o imágenes marianas que veneró a lo largo de su vida: la Inmaculada de su casa; la Virgen de Valldeflors, de sus plegarias diarias en la colegiata de Tremp —imagen que lleva a Jesús en sus brazos—; la Dolorosa de las Escuelas Pías de Barbastro, en cuya fiesta celebró la primera misa; la Asunción del seminario de Lleida; la Inmaculada de la Seu d’Urgell; la Virgen de Montserrat, a cuyos pies puso sus obras; la Merced de Barcelona, Lourdes, Zaragoza, Tauste, Loreto, etc., son otras tantas imágenes y santuarios que evocan su amor a la Virgen María.
Las fechas más importantes de su vida y de la historia de los institutos coinciden con fechas marianas, como la Purificación (hoy Presentación de Jesús en el templo), la Asunción, la Inmaculada Concepción, la Virgen de los Dolores, de la Esperanza, etc. Además, varias de sus obras las intituló a la Virgen María.
El padre Oromí recuerda en su biografía que uno de los lemas favoritos y frecuentemente repetidos con fervoroso convencimiento por Manyanet era De Maria nunquam satis ("Por más que se glorifique a María, siempre nos quedaremos cortos"). Y aquel otro que informaba todas sus obras y trabajos: Omnia per Ipsam, et cum Ipsa et in Ipsa ("Todo por Ella, con ella y en Ella").
A la Virgen María dedicó también parte de sus escritos y varios de sus sermones. Merecen especial mención la Novena a la Virgen de Valldeflors y la Corona de alabanzas a la Virgen, que era una de sus prácticas diarias de devoción mariana.
En el prólogo de la Novena esplica los motivos que le han impulsado a escribirla, que son: meditar los misterios de la Madre de Dios, publicar sus glorias, cantar sus alabanzas y también imitar sus virtudes. El padre Manyanet agradeció así a la patrona de Tremp "los muchos y muy particulares beneficios que tenía recibidos de ella desde su infancia".
Fuente: José Manyanet. Profeta de la Familia. J.M. Blanquet - J. Piquer.
Ya mayor, recordará siempre la imagen de la Inmaculada guardada en su casa, bajo la campana de cristal, delante de la cual innumerables veces se había arrodillado con su madre de la tierra para implorar la protección de su Madre del cielo. Esta imagen es símbolo de la protección de la Madre sobre la vida y las obras de Manyanet, marcadas por su presencia maternal.
Con toda razón se puede afirmar que el amor a la Virgen, especialmente después de haber sido consagrado por su madre a la Virgen de Valldeflors, fue el amor fiel de su vida.
Incluso puede realizarse un significativo elenco de las advocaciones o imágenes marianas que veneró a lo largo de su vida: la Inmaculada de su casa; la Virgen de Valldeflors, de sus plegarias diarias en la colegiata de Tremp —imagen que lleva a Jesús en sus brazos—; la Dolorosa de las Escuelas Pías de Barbastro, en cuya fiesta celebró la primera misa; la Asunción del seminario de Lleida; la Inmaculada de la Seu d’Urgell; la Virgen de Montserrat, a cuyos pies puso sus obras; la Merced de Barcelona, Lourdes, Zaragoza, Tauste, Loreto, etc., son otras tantas imágenes y santuarios que evocan su amor a la Virgen María.
Las fechas más importantes de su vida y de la historia de los institutos coinciden con fechas marianas, como la Purificación (hoy Presentación de Jesús en el templo), la Asunción, la Inmaculada Concepción, la Virgen de los Dolores, de la Esperanza, etc. Además, varias de sus obras las intituló a la Virgen María.
El padre Oromí recuerda en su biografía que uno de los lemas favoritos y frecuentemente repetidos con fervoroso convencimiento por Manyanet era De Maria nunquam satis ("Por más que se glorifique a María, siempre nos quedaremos cortos"). Y aquel otro que informaba todas sus obras y trabajos: Omnia per Ipsam, et cum Ipsa et in Ipsa ("Todo por Ella, con ella y en Ella").
A la Virgen María dedicó también parte de sus escritos y varios de sus sermones. Merecen especial mención la Novena a la Virgen de Valldeflors y la Corona de alabanzas a la Virgen, que era una de sus prácticas diarias de devoción mariana.
En el prólogo de la Novena esplica los motivos que le han impulsado a escribirla, que son: meditar los misterios de la Madre de Dios, publicar sus glorias, cantar sus alabanzas y también imitar sus virtudes. El padre Manyanet agradeció así a la patrona de Tremp "los muchos y muy particulares beneficios que tenía recibidos de ella desde su infancia".
Fuente: José Manyanet. Profeta de la Familia. J.M. Blanquet - J. Piquer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario