En su libro La Escuela de Nazaret y Casa de la Sagrada Familia, José Manyanet se hace alumno que se confía a las enseñanzas de Jesús, María y José. Anticipa lo que, en la visita a Nazaret el 5 de enero de 1964, dirá Pablo VI:
"Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela de su Evangelio... Aquí, en esta escuela, comprendemos la necesidad de una disciplina espiritual si queremos seguir las enseñanzas del Evangelio y ser discípulos de Cristo... ¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret!...
Algunas enseñanzas de la lección de Nazaret. Su primera lección es el silencio: como desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna.
Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración que solo Dios ve".
José Manyanet afirmaba que el silencio de Nazaret era una escuela de perfección para todos aquellos que saben escuchar la voz de Dios y quieren hacer su voluntad.
"Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela de su Evangelio... Aquí, en esta escuela, comprendemos la necesidad de una disciplina espiritual si queremos seguir las enseñanzas del Evangelio y ser discípulos de Cristo... ¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret!...
Algunas enseñanzas de la lección de Nazaret. Su primera lección es el silencio: como desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna.
Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración que solo Dios ve".
José Manyanet afirmaba que el silencio de Nazaret era una escuela de perfección para todos aquellos que saben escuchar la voz de Dios y quieren hacer su voluntad.
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