jueves, 5 de septiembre de 2013

Cualidades del buen educador, por Sergio Cimignoli, S.F.

José Manyanet cree que la responsabilidad de dedicarse a algo tan grande y decisivo para la vida de los niños debe estar acompañada, además de las motivaciones superiores, de capacidades humanas importantes. Antes que nada, el educador ha de ser una persona equilibrada, constante y de gran firmeza.

Ha de estar dotado de buen humor:

"No tendrán nunca la cara triste y melancólica, casi aburrida y fastidiada por la enseñanza; al contrario, sean alegres y manifiestense satisfechos e interesados por el bien y el provecho de los alumnos. Ejercitando su actividad tengan un buen aspecto, agradable, alegre y lleno de caridad".

Sean capaces de escuchar y respetar a los niños:

"Si se quiere tener el respeto de los alumnos y enseñarles con el buen ejemplo, es necesario respetarles y evitar preferencias...

Es necesario escuchar siempre con calma sus razones y no imponer por la fuerza y siempre las propias".

Con los niños y los jóvenes se necesita una gran paciencia. José Manyanet habla de una paciencia heroica:

"Es muy difícil, si no imposible, llenar debidamente el ministerio de la educación sin la virtud de la paciencia. En efecto, de gran caudal de paciencia debe estar provisto el maestro para no alterarse y soportar tantas ligerezas, necedades y aun malicias de los jóvenes alumnos...

Educar a los otros tiene más merito que el martirio. Cuantos actos de paciencia, de dulzura y de caridad son necesarios hacer durante los largos horarios y a lo largo de tantos días, que se suceden, dedicados enteramente a este ministerio".

Existe ademas una cualidad que las resume todas: la bondad. Si debemos sembrar el bien en el corazón de los niños y los jóvenes, "el medio mas apto que comprende todos los demás, es la bondad. Si todo nuestro esfuerzo sale del corazón, va directamente a su corazón y así serán conquistados inmediatamente y entonces todo es posible, a favor del bien sobre el mal".

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