jueves, 5 de septiembre de 2013

Apóstol y profeta de la Sagrada Familia, por José María Blanquet, S.F.

CASAL MANYANET, TREMP (España)

A san José Manyanet, además del título de hijo-testigo de la Sagrada Familia, le corresponde muy bien el de “apóstol” de la Sagrada Familia y el de “profeta” de la familia.

El Papa lo ha llamado “verdadero apóstol de la familia”. Él vivió en la casa de Nazaret, pero no se quedó allí estáticamente. Salió para llevar Nazaret al hogar y a la escuela. “Es, efectivamente, el profeta de la misión de la familia en los tiempos modernos”, como afirmó el card. Pietro Palazzini, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos en el año 1982. “Se anticipó a su tiempo”, como lo reconoció el card. Tarancón, en el año 1983. Veámoslo:

Los Camareros y Camareras de la Sagrada Familia

En Tremp, el año 1868, y en Talarn, el 1874, creó las asociaciones laicales tituladas: “Camareros y Camareras de la Sagrada Familia” (Obras Selectas, p.725-743, BAC Madrid 1991). El nombre hace referencia no a un servicio profesional, sino a los ayudantes de cámara, es decir, a aquellas personas escogidas y de confianza que prestan un servicio más íntimo a la Sagrada Familia. Son como la tercera orden de los dos institutos, que se llaman precisamente Hijos e Hijas de esta Familia, y pretende involucrar a las familias, especialmente a los padres y madres de los alumnos (de uno y de otro sexo) en el proyecto educativo de sus centros, inspirados también en la Escuela de Nazaret. “Se ha de animar a la familia —escribía— a imitar el modelo de la Sagrada Familia, y de seguro se reformará, y reformada ella, quedará saneada la sociedad. No hay otro medio” (Obras Selectas, p.726).

El Templo de la Sagrada Familia

En 1869, como fruto de su oración y sensibilidad eclesial, propuso la idea de levantar un templo expiatorio en honor de la Sagrada Familia para que fuera el hogar espiritual de todas las familias del mundo y lugar de expiación por los pecados que se cometen contra la santidad del matrimonio y de la familia (Obras Selectas, p. 825). Él comunicó y compartió la idea con Josep M. Bocabella dando pie al templo que se está construyendo en Barcelona, y que Antoni Gaudí ha inmortalizado con su genio y también con su santidad.

Esta intuición del Padre Manyanet así como su condición de inspirador del templo —hecho hoy ya aceptado históricamente— fue solemnemente afirmada por Juan Pablo II, el 7 de noviembre de 1982, en su primer viaje a España, el cual pidió a todos, desde la fachada del nacimiento: “Que la familia sea siempre entre vosotros una verdadera iglesia doméstica”. Y añadio:

“De esta realidad misteriosa [la Iglesia es el hogar universal de la familia de Dios y es vuestro hogar] quiere ser una expresión visible este magnífico templo de la Sagrada Familia de Barcelona, debido a la inspiración de una alma sensible a todo lo que es eclesial como el Padre José Manyanet y Vives, y obra de arte del genial maestro Antoni Gaudí”.

Meditaciones dedicadas a la Asociación de la Sagrada Familia

Escribió unas meditaciones dedicadas a la “Asociación de la familia cristiana bajo el patrocinio soberano de la Sagrada Familia” (todavía inéditas). Manyanet contempla a cada uno de los personajes de la Familia de Nazaret y los proyecta a todos los miembros de la familia cristiana. Por ejemplo, propone estas meditaciones a los padres de familia:

- Designio de Dios, en la Sagrada Familia, a todas las familias; - Amor mutuo de María y José, su esposo, y de José a María, su esposa; - Conformidad de pareceres entre los santos esposos María y José; - Celo de María y José en el cumplimiento de la ley de Dios; - Laboriosidad de María y José para la ayuda y sustento de la familia; - Ejercicios religiosos de María y José en el interior de la familia; - Caridad mutua entre María y José en sus tribulaciones particulares.

Preciosa Joya de Familia

En 1899 publicó la obra Preciosa Joya de Familia (Obras Selectas, BAC Madrid 1991), un libro dedicado a los matrimonios y familias, o como dice él mismo “saludables instrucciones, dirigidas principalmente a los padres de familia, para vivir ellos en santa paz y saber educar a sus hijos según la doctrina y los ejemplos de la Santa Casa de Nazaret”.

La buena armonía entre los esposos está en proporción directa a la buena educación de los hijos, y las dos han de inspirarse en la comunidad de amor y de vida que llevó a cabo Jesús en Nazaret junto con María y José. Es el realismo del Evangelio llevado al realismo de la vida cotidiana de cada cristiano, de cada familia cristiana.

Y todavía podemos aducir otro ejemplo significativo. Manyanet coloca en la misma portada como lema del libro esta frase de Pablo a Timoteo: “El que no se preocupa de la propia familia, sobre todo de los que conviven con él, demuestra que ha renegado de la fe y es peor que un descreído” (Tim 5,8). Estas rotundas palabras indican claramente que el primer campo de apostolado y de compromiso cristiano de los casados es la propia familia. Y esto precisamente a causa de una grave exigencia de la misma fe y de la gracia del sacramento, como enseña el Concilio Vaticano II.

El libro consta de tres partes bien diferenciadas. La primera trata de los deberes de los padres para consigo mismos y para con sus hijos. En la segunda ofrece unas consideraciones sobre la educación cristiana de los hijos. Y en la tercera parte reúne las principales “prácticas de conducta cristiana y de otras oraciones y devociones piadosas”, sin omitir un apéndice con los cantos religiosos más populares en su tiempo.

El sentido pedagógico y pastoral se transparentan en cada página de esta obra, que él concibió como un verdadero libro-guía para los matrimonios, como un devocionario y un vademécum de la familia cristiana. Aunque las consideraciones generales del libro están redactadas en castellano, al llegar al compendio de la doctrina cristiana y a las oraciones básicas del cristiano, lo hace en catalán y castellano, a doble columna. Y lo introduce con esta observación:

“A fin de que los padres sepan a qué atenerse en este importante asunto y tengan más a mano aquellas cosas que deben principalmente enseñar a sus hijos en materia de doctrina cristiana (quedando la otra mayor y extensa explicación al buen celo e ilustración de los párrocos y maestros), daremos aquí un breve resumen de ella y la pondremos en catalán y castellano para la más fácil inteligencia de los que hablen uno y otro idioma”.

Él, con los ojos puestos en el ejemplo de la Sagrada Familia, quiere fundamentar la sociedad sobre el matrimonio y asegurar el futuro de la familia sobre la educación de los esposos, de los padres y de los hijos. Habla de la dignidad del matrimonio como una vocación, de los padres como primeros educadores de los hijos y llamados a formar y a presidir la familia como iglesia doméstica.

“La paternidad —afirma— es como un sacerdocio; y así como es propio del sacerdote exhortar, predicar y rogar, del mismo modo los padres de familia dentro de su casa deben ser celosos vigilantes y constantes, pero prudentes predicadores. En efecto, además de ofrecerla y encomendarla de verás a Dios y con frecuencia pedir sobre ella las celestiales bendiciones, deben reunir la familia toda en el lugar conveniente y las más veces posible y allí enseñarles la doctrina cristiana, inculcarles la sana moral y la práctica de las sólidas virtudes... Todo esto, y más si es acompañado del buen ejemplo, es medio poderosísimo para que los hijos se aficionen a las cosas del servicio de Dios” (Preciosa Joya de Familia 2, cap. 2).

Revista La Sagrada Familia

5. El mismo año 1899 inició la publicación de la revista La Sagrada Familia también con la finalidad principal de “presentar a la Sagrada Familia como modelo perfectísimo dado por el Padre celestial a todas las familias para que sea fiel y constantemente imitada por todas las familias y en todas las ocasiones de la vida”.

“El título de esta humilde publicación sintetiza nuestro programa; él manifiesta quiénes somos y a dónde vamos. Somos hijos amadores de la Sagrada familia y tenemos la intención de hacer un esfuerzo para colocarla en el seno de las familias. Valga la buena intención y el fervoroso celo en una empresa tan temeraria.

La Sagrada Familia será nuestro lema, nuestro punto de partida y el término de nuestras aspiraciones. La Sagrada Familia desea ser conocida; la santidad del venerable León XIII lo suplica, el estado actual de la sociedad lo exige. Propagar, pues, esta devoción, hacer brillar en este siglo de falsos resplandores las virtudes de la casa de Nazaret y caldear los corazones en el amor de Jesús, María y José, este es nuestro objetivo” (LSF, 1899, n.1, Editorial).

El Padre Manyanet trabajó con todos los medios a su alcance —las instituciones y los centros de educación y de culto, las asociaciones laicales, los libros y opúsculos, la revista, y varias prácticas de piedad, como el popular Trisagio de la Sagrada Familia, que compuso personalmente, a fin de arraigar esta devoción en la Iglesia, en las familias y en sus centros de apostolado—, todo lo quiso para la Sagrada Familia, con a Sagrada Familia y en la Sagrada Familia.

También en su epistolario, formado por más de mil cartas conservadas, san José Manyanet se revela no solamente como un hombre de carácter, trabajador, paciente, constante, honesto, con una visión sobrenatural de la vida y de los acontecimientos, humilde, conciliador, totalmente unificado, sino también como un enamorado de la Sagrada Familia que se esfuerza continuamente por llevarla a todos los hogares y ambientes sociales.

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