jueves, 5 de septiembre de 2013

La Espiritualidad de Nazaret, por Sergio Cimignoli, S.F.

La espiritualidad de Nazaret da valor a lo ordinario, a lo cotidiano, "no a la búsqueda de cosas importantes, sino sencillas". Es un camino de ocultamiento y humildad, sin la agitación del sensacionalismo, sino dando valor a las pequeñas cosas, valorando "la presencia doméstica de Dios".

Una espiritualidad que cuida los detalles, en una cálida acogida de las personas y en una elevada calidad de las relaciones, que es capaz de transformar incluso el gesto mas monótono en una fiesta y una alegría.

Es una espiritualidad familiar que hace sentirse a todos amados e importantes, como ocurría en la Sagrada Familia. El amor a los amigos (y de los amigos de los amigos) se convierte en una bendición para todos.

Para los esposos cristianos visitar Nazaret es una manera de reforzar la relación con aquella Familia para que incida sobre su vida concreta: reavive las relaciones; ayude en el respeto, la acogida y la confianza recíproca; renueve la esperanza; dé ánimo y fuerza en las dificultades pequeñas y grandes; acostumbra a abandonarse en las manos de la providencia; invite al perdón y haga crecer el amor.

José Manyanet soñaba que tal "devoción" pudiera renovar la sociedad. No un conjunto de prácticas piadosas, sino el esfuerzo concreto de sus hijos e hijas y de las familias por la educación de los pequeños y de los jóvenes que se convirtieran después en artífices de un mundo nuevo, más justo y solidario.

Si bien los orígenes de la devoción a la Sagrada Familia se debe situar en una época muy remota —prácticamente coinciden con los primeros tiempos del cristianismo—, fue solo durante la segunda mitad del siglo XIX cuando tuvo un impulso extraordinario en toda Europa. Los papas vieron en ella un medio providencial para la restauración de la vida cristiana y la propusieron resueltamente.

León XIII en su breve apóstolico Neminem fugit (14-6-1892), ilustró los cimientos teológicos y el alcance religioso y social de la devoción a la Sagrada Familia e instituyó su fiesta en las semanas sucesivas a la fiesta de la Navidad: "Nadie ignora que el bien del individuo y de la sociedad depende principalmente de la institución doméstica".

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