viernes, 6 de septiembre de 2013

La Tercera Orden, por José María Blanquet, S.F.

Casi todos los grandes fundadores de órdenes religiosas han creado las llamadas Terceras Ordenes. El nombre tiene su origen en san Francisco de Asís, quien, además de los frailes (Primera Orden) y de las llamadas Damas Pobres de Santa Clara (Segunda Orden), dio principio durante su vida, acaso o más probablemente después de su muerte, a la fórmula de que los seglares que vivían en medio del mundo se vinculasen a su espíritu y al apostolado de los franciscanos. Estos laicos tomaron nombre de la Tercera Orden.

Manyanet, como Tercera Orden de los Hijos e Hijas de la Sagrada Familia, ideó dos asociaciones católicas tituladas Camareros de la Sagrada Familia (1868) y Camareras de la Sagrada Familia (1874). Estos nombres no tenían en la mente de Manyanet un sentido de actividad profesional, sino de honroso e íntimo servicio a la primera de todas las familias.

En el prólogo de la asociación femenina, que se titula Orden Tercera de la Sagrada Familia. Idea de la Tercera Orden, Manyanet expone su pensamiento:

"Toda persona que desee llevar una vida religiosa y no pueda o no tenga fuerzas para ligarse con el vínculo de los santos votos en el instituto de la Sagrada Familia, puede ingresar a la Orden Tercera del mismo instituto, en la cual se lleva una vida arreglada y muy conforme a los preceptos de Jesucristo y de su santa Iglesia, y participa, además, del inmenso caudal de obras y sufragios del Instituto como miembros de un mismo cuerpo místico".

Las camareras de la Sagrada Familia "no venían obligadas a más que guardar los preceptos comunes de Dios y de la Santa Iglesia".

El talento educativo de Manyanet se manifiesta en las Reglas, que son las verdaderas constituciones para dicha asociación.

Llevar el Evangelio de Nazaret al mundo

Antes de entrar en detalles en los que el padre Manyanet es, lógicamente, deudor de la sensibilidad y de las costumbres religiosas de su tiempo, conviene poner de relieve que la idea fundamental de esta Tercera Orden es, por una parte, llevar el Evangelio de Nazaret al mundo; más concretamente, hacer de cada familia un hogar a imagen de la familia de Nazaret, y, por otra, asegurar la propia formación, participación y colaboración de los seglares —padres y madres de familia sobre todo— en la espiritualidad y misión de sus dos congregaciones.

Todo por la familia y para las familias —sus congregaciones eran familias para las familias—, pero también con las familias. Los detalles y normas, que vamos a citar, bien lo ponen en evidencia.

Camareras internas y externas

Las Camareras de la Sagrada Familia se dividían en dos clases: internas y externas.

Las internas eran admitidas a vivir perpetuamente dentro del recinto de las casas religiosas, en departamento separado, pero bajo su dirección y dependencia. Hacían un acto de consagración a la Sagrada Familia, al que precedía un tiempo prudencial de aprobación, más o menos largo, a juicio de los superiores.

Asistían a los actos comunes de piedad —misa, rosario y examen general de conciencia— y a las refecciones, siempre que su edad y salud se lo permitiesen. Trabajaban en favor de la casa sin retribución pecuniaria alguna y comían de la mesa común.

Podían ser trasladadas de una casa a otra y no podían ser despedidas salvo por una razón de escándalo, que correspondía valorar debidamente al superior y al mismo prelado, el cual debía confirmarlo. Al fallecer una de estas camareras internas se le dedicaban iguales sufragios que a las religiosas.

Las camareras externas podían ser también personas "ligadas con el vínculo del santo matrimonio". La visión del matrimonio que Manyanet refleja es siempre positiva. Hacían un acto de consagración a la Sagrada Familia idéntico al de las internas. Y llegamos al punto clave: estas personas han de expandir no una mera devoción, sino el Evangelio en medio del mundo.

En el Reglamento de las Camareras afirma que en Nazaret "hay un modelo perfectísimo para todos los estados, edades y condiciones". Dice:

"Hay que aficionar [a la familia] a imitar el perfectísimo modelo de la Sagrada Familia, y así, de seguro, se reformará; y, reformada ella, quedará saneada la sociedad. No hay otro medio".

Manyanet, desde el realismo de la Encarnación, nunca separa familia, educación y sociedad, y esto da a su planteamiento indudable actualidad y valor también para quienes hoy sean capaces, como cristianos, de escuchar su mensaje y de llevarlo a la práctica según las exigencias de cada tiempo.

En el artículo 21 de los estatutos de los Camareros... se establecía la norma de que cada miembro de la Asociación, sin necesidad de ir a la iglesia, aun sin dejar su trabajo y sus ocupaciones y sin que los demás se enterasen de ello, durante una hora diaria tenía que recogerse interiormente.

"[...] Y formar intención de pasar aquella hora en la presencia de Jesús, María y José, admirando y alabando sus grandezas y con intención de imitar sus virtudes. Terminará dando gracias a Dios y propondrá ejercitarse en algún acto de virtud o pequeña mortificación en obsequio de sus cariñosos soberanos".

El don que recibió de aplicar a todos los estados y condiciones los ejemplos de la Sagrada Familia aparece de forma especial en un pequeño volumen titulado Meditaciones dedicadas a la Asociación de la familia cristiana bajo el soberano patrocinio de la Sagrada Familia (inédito), con el que entra en relación con todo el movimiento de devoción a la Sagrada Familia que se iba desarrollando en Francia, Holanda e Italia, y que preparó la intervención del papa León XIII en 1892 sobre el culto y devoción a la Sagrada Familia.

Manyanet contempla a los personajes de la Familia de Nazaret y los proyecta a todos los miembros de la familia cristiana. Veamos lo que propone —sólo se transcribe el índice— para los padres de familia:

– Designio de Dios en la Sagrada Familia para todas las familias.
– Mutuo amor de María a José y de José a María, su esposa.
– Conformidad de pareceres de los santos esposos María y José.
– Celo de María y José por el cumplimiento de la Ley de Dios.
– Laboriosidad de María y José para el sostén y sustento de la familia.
– Ejercicios religiosos de María y José en el seno de la familia.
– Mutua caridad de María y José en sus particulares atribuciones.

Manyanet encuentra también valiosos ejemplos en la vida oculta de Jesús para los niños y niñas, a los que no duda en proponer, en diversas meditaciones, estos temas (entre otros):

– Pobreza de Jesús.
– Amor de Jesús a sus padres.
– Obediencia de Jesús a María, su madre, y a su padre nutricio, José.
– Entretenimientos de Jesús.
– Jesús trabaja y ayuda a sus padres.
– Jesús ora.
– Jesús crece en sabiduría, en gracia y en edad.
– Jesús, modelo de los niños, nuestra única esperanza y consuelo.

María —contemplada con el especial sentido de la encarnación y del realismo evangélico de Manyanet— es ejemplo de virtud para las jóvenes. Veamos algunos ejemplos:

– María con sus padres: dulce nombre de María.
– Conducta de María con sus compañeras.
– Laboriosidad de María.
– Conformidad de María en todas las cosas.
– Ternura y caridad de María para con los prójimos.

Y la figura de José —del patriarca san José—, una figura varonil y entrañable, de la que el padre habla con aquella intuición y devoción que le han tenido siempre las grandes almas contemplativas:

– Trato de José (así le llama familiarmente, sin el "san") con sus prójimos.
– José, nacido de sangre real, aprende el oficio de carpintero.
– Conformidad de José a la divina voluntad.
– Celo de José por la honra de Dios,
– Espíritu de mortificación de José.
– José fomenta la paz y la concordia entre sus prójimos.
– José, modelo de jóvenes y cuanto merece nuestro amor y confianza.

Fuente: José Manyanet. Profeta de la Familia. J.M. Blanquet - J. Piquer.

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