miércoles, 4 de septiembre de 2013

La Escuela de Nazaret (1895): Desideria o la santidad de José Manyanet, por José Maria Blanquet, S.F.

De la escuela de Nazaret, el padre Manyanet deduce lecciones para sí mismo, en su condición de sacerdote y religioso comprometido en un seguimiento radical de Cristo por los votos de castidad, pobreza y obediencia, por la vida en común y la regla de un instituto.

La Autobiografía que Manyanet redactó a petición de su confesor, se perdió quemada probablemente en el incendio que durante la Semana Trágica sufrió el colegio de Sant Andreu. Se conservan algunos fragmentos publicados en la primera biografía del padre Franquesa. Sin embargo, nos ha quedado una verdadera autobiografía espiritual del padre: es el libro La Escuela de Nazaret y Casa de la Sagrada Familia, publicado en Barcelona, en 1895.

Se trata de un libro que recuerda el titulado Introducción a la Vida Devota, de san Francisco de Sales. La Escuela de Nazaret es una introducción a la vida de perfección evangélica enseñada por Jesús, María y José, en un diálogo que mantienen con Desideria, una joven, hija de la Sagrada Familia, que acude a visitar a la Sagrada Familia y se hace discípula —testigo— de la escuela de la familia nazarena.

El subtítulo de la obra indica que se trata de una "materia utilísima a toda clase de personas, así seglares como religiosas, que quieran de veras saborear el espíritu que reinaba en aquella santa morada e imitar las virtudes y ejemplos que en la misma resplandecían".

Desidera es el alma de José Manyanet, que "desea" la perfección, que vive en anhelo de la santidad, que se abre al don de Dios hasta el fin de su vida.

Pedagogo y maestro, Manyanet pone las enseñanzas en boca de Jesús, de María —que ratifica y profundiza la doctrina de Jesús—, de José —que sintetiza lo dicho por uno y otra en forma de sentencias claras y consejos prácticos—.

Manyanet, como escritor, habla por boca de los tres sagrados personajes; pero acaso habla, sobre todo, por boca de san José, en cuanto éste da consejos prácticos de vida religiosa y de vida cristiana, mientras que Jesús y María toman sus palabras de las páginas del Evangelio. El padre Manyanet lo afirma en el prólogo de su obra:

"Lo que aquí se dice es doctrina tomada del sagrado Evangelio y distinguidos maestros en la ciencia de los santos; suyo es, pues, el mérito; para mí solo pido indulgencia por mi extremada pobreza".

A través de estas visitas podemos acercarnos a Desideria, que revela el alma de Manyanet. Un alma sencilla y pobre, pero que aspira —"desea"— la perfección:

"A mi Hijo Jesús, dice María a la joven Desideria, mejor le placen los religiosos humildes y observantes que los sabios y muy habilitados si carecen de estas virtudes".

La visión del padre Manyanet de la vida de la Familia de Nazaret es realista, tanto para los religiosos y religiosas como para los laicos y para sus mismos colegios. Todos pueden aprender lecciones concretas de la Sagrada Familia, pues ni las comunidades religiosas, ni las familias cristianas, ni los colegios son realidades idílicas. Por eso propone imitar las virtudes que facilitan la creación de comunidades inspiradas en el amor, la humildad, la sencillez, la alegría.

Dice María a Desideria:

"Como ya has podido comprender, en dos palabras puede compendiarse nuestra doctrina, que son: humildad y amor. Es la humildad base y fundamento de toda virtud. [...] Amor. El alma enamorada de Jesús, ¿qué es lo que deja de hacer para agradarle? Ella vigila y está siempre apercibida contra las asechanzas y embestidas [ataques] de los enemigos para que no la sorprendan ni le roben su tesoro; y cuanto mayor es el amor, tanto más solícita es la vigilancia, con cuyo continuo cuidado se hace más difícil la sorpresa y casi imposible la caída".

Como ejemplos de la visión no idílica de la vida de Jesús con María y José en Nazaret podrían aportarse citas sobre virtudes aparentemente pequeñas, pero decisivas para garantizar una buena convivencia en los tres ámbitos en que Manyanet deseaba ver realizado el espíritu de Nazaret: sus congregaciones religiosas, las familias cristianas, los colegios, Estas virtudes son: la mortificación, la veracidad, la discreción, etc.

Fuente: José Manyanet. Profeta de la Familia. J.M. Blanquet - J. Piquer.

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