miércoles, 4 de septiembre de 2013

Audacia, creatividad y santidad de san José Manyanet

“Se invita pues, a los Institutos a reproducir con valor la audacia, la creatividad y la santidad de sus fundadores y fundadoras como respuesta a los signos de los tiempos que surgen en el mundo de hoy. Esta invitación es sobre todo una llamada a perseverar en el camino de la santidad a través de las dificultades materiales y espirituales que marcan la vida cotidiana” (VC 37).

Nos parece que esta invitación del Papa en la Exhortación Vita Consecrata, resume y expresa bien la llamada que la canonización del Padre Fundador significa para todos nosotros en estos momentos: audacia, creatividad y santidad, en nuestra vida y en nuestra misión de Hijas e Hijos de la Sagrada Familia.

Con estas tres palabras podríamos recorrer toda la historia personal del Padre Fundador desde que abandona la seguridad del palacio episcopal de Urgel hasta que muere, exhausto, en el colegio Jesús, María y José, de Barcelona, tras haber gastado generosamente su vida en la fundación, formación y expansión de nuestros Institutos.

Audacia evangélica

Fueron 40 años de audacia evangélica para buscar, encontrar y proponer una respuesta a las necesidades que detectó en la sociedad de su tiempo.

En la segunda mitad del siglo XIX, cuando la familia en España aparentemente era una familia compacta, unida, religiosa, el Espíritu suscitó al Padre Fundador para que pusiera como acción prioritaria de todas las instituciones que él fundó no solamente la educación, como acto previo para tener familias cristianas, sino la preocupación por el matrimonio, por la familia, por el hogar, para prevenir tantos factores sociales, culturales e ideológicos que pugnan hoy por alejar a las familias de su cometido natural y cristiano.

Creatividad apostólica

Lo hizo con creatividad apostólica adaptando sus formas a las nuevas situaciones y a las diversas necesidades, en plena docilidad a la inspiración divina y al discernimiento eclesial. Fueron fruto de su creatividad la inspiración en la vida de la Sagrada Familia de Nazaret de sus obras en favor de la familia, la forma concreta de nuestras respectivas familias religiosas, la espiritualidad que define nuestra vocación y misión en la Iglesia, los medios esenciales de nuestro apostolado y el aire de familia que nos distingue y caracteriza en la sociedad. Y todo esto como fruto de la oración y contemplación y una plena fidelidad a la autoridad de la Iglesia, dentro de la cual siempre quiso vivir, trabajar y morir.

Santidad carismática

La clave de su audacia evangélica y creatividad apostólica fue, sin duda, la santidad carismática, inspirada en la vida y ejemplos de Jesús, sujeto a María y José en Nazaret. La apertura a la voluntad de Dios, la humildad, la obediencia, el trabajo y el servicio—claves para interpretar los largos años de vida de Jesús con María y José en Nazaret—fueron también las coordenadas de la vida de nuestro Padre Fundador.

Desde la contemplación de la vida de Nazaret él entendió que la profesión de los consejos evangélicos es un camino privilegiado hacia la santidad, una escuela de amor y servicio. Y, movido por un profundo deseo de conformar su vida a la de Jesús, acogió la llamada a la santidad y la cultivó en el silencio de la adoración, en la oración litúrgica y personal, en un auténtico camino de santidad.

Este artículo continúa en "Nuestra respuesta y prioridades".

Fuente: José Manyanet Santo. Memoria de la Canonización. Barcelona 2006.

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