martes, 3 de septiembre de 2013

Aportación fundamental del Santo, por el Card. Ricard Maria Carles, Arzobispo de Barcelona

¿Cuál es su aportación fundamental? El padre Manyanet es un apóstol y un profeta de la familia cristiana. Verdadero servidor de la familia, puso su objetivo en la que es siempre la mayor preocupación de toda familia: la educación de los hijos. Manyanet fue un gran educador, un hombre de gran corazón, un sacerdote de gran bondad, cuya alma recuerda la del beato Juan XXIII.

Un hombre así, estaba preparado para comprender que la cima de la pedagogía es lo que él llamaba “cultura del corazón”, la educación en auténticos valores humanos y cristianos, y que la escuela ha de tener mucho de “hogar” para ser formadora de la persona (...)

Como educador cristiano para la familia, el padre Manyanet pone los ojos en la Sagrada Familia, en los largos años de convivencia y de vida oculta de Jesús, con María y José en Nazaret. La Sagrada Familia —el mismo Hijo de Dios en su existencia humana escondida, trabajando como carpintero— fue el centro de su carisma como religioso y como educador. Recibió de Dios como un don especial para su santificación personal y para el servicio que se sintió llamado a prestar a la Iglesia, la capacidad de penetrar contemplativamente en las riquezas encerradas en la Sagrada Familia de Nazaret (...)

De la contemplación de la vida de la Sagrada Familia, el padre Manyanet extrajo un mensaje para todas las familias. Y lo plasmó en un lema que es una síntesis de su espiritualidad y de su proyecto apostólico: “Un Nazaret en cada hogar”. El centro de su espiritualidad era la Sagrada Familia, y él concibió toda su actividad y la de las dos congregaciones por él fundadas, como un servicio a la familia, y más concretamente a la familia cristiana. A uno de sus libros le quiso poner este título Preciosa Joya de Familia. En realidad, la familia era para él la “joya de la corona” y en Nazaret halló su auténtico y verdadero referente.

Resulta lógico y muy sugestivo que José Manyanet, como fruto de su sensibilidad eclesial, sintiese la necesidad de proponer la construcción de un templo expiatorio dedicado a la Sagrada Familia y que, desde los primeros momentos, aparezca vinculado a la construcción del templo, una verdadera joya del arte de la arquitectura de Gaudí, que hoy es objeto de creciente admiración e irradiación en todo el mundo. El padre Manyanet, apóstol de la Sagrada Familia y de la familia, y Antonio Gaudí, “el arquitecto de Dios”, aportan al proyecto de este gran templo dedicado a Jesús, María y José una dimensión espiritual que lo convierten además en un mensaje vivo para las familias.

Es significativo que, en el año 1909, junto al templo, diseñada por Gaudí, surgiera también una escuela, como expresión de la preocupación social, unida al templo gaudiano. Y es muy revelador que, según cuentan los expertos, el genio de Gaudí diera diera a la planta de las tres aulas de dicha escuela una formas curvas que recuerdan el corazón humano, el corazón de Jesús, María y José. Nuestro buen padre Manyanet no pudo ver en este mundo esta plasmación arquitectónica de su carisma, porque falleció en el año 1901. Sin embargo, hoy comprendemos que Gaudí, traduciendo la dimensión social inherente al templo desde sus inicios, plasmó en su arte tres realidades que son el carisma y la vida misma de José Manyanet: la Sagrada Familia, la familia y la educación. Y todo enmarcado en lo que Juan Pablo II denominó en la misa de su beatificación “la pedagogía del Evangelio de Nazaret”, o la “cultura del corazón”, como enseña el padre Manyanet, porque las grandes opciones y decisiones se toman no sólo después de una seria reflexión, sino en el nivel más profundo de la persona que llamamos corazón. Y la educación a este nivel es integradora de toda la persona y le capacita para comprender el sentido de su vida y de su vocación. La pedagogía del padre Manyanet se inspira en el hogar de Nazaret y tiende a educar para la familia y con la familia.

Hay un último aspecto en la vida del padre Manyanet que me parece de justicia destacar porque le honra a él y a sus hijos e hijas espirituales y a toda la Iglesia de Dios que peregrina en esta su tierra natal de Cataluña. Me refiero a su sentido social. Él quiso fundar colegios sobre todo para los hijos de las familias pobres, para las clases obreras o populares. Por eso nunca cerró las puertas de sus colegios a los alumnos que carecían de medios económicos. Decía: “Los ricos tienen colegios para educar a sus hijos; hagamos colegios para educa e instruir a los hijos de los obreros”. En esta misma ciudad de Barcelona entró en contacto con varias asociaciones benéficas a favor de las clases más desfavorecidas, y colaboró, entre otras, con la Junta Diocesana de Enseñanza, la Juventud Católica, la Asociación de Católicos, la Junta de Asilo Naval Español, etc. Para los hijos de las familias trabajadoras no sólo abrió colegios de enseñanza sino también las escuelas talleres de la Sagrada Familia, centros de formación profesional y de firme amor al trabajo.

Solo me resta destacar la actualidad y la urgencia de la pastoral de la familia en las preocupaciones de la Iglesia actual y la singular aportación que en este sentido representa la vida y la obra de José Manyanet. Es conocida la constante solicitud de Juan Pablo II por la familia, a la que ha dedicado desvelos, iniciativas (...) y numerosos documentos. El futuro de la Iglesia y de la sociedad depende en gran parte de la salud de la familia, que el Concilio Vaticano II definió como una verdadera “iglesia doméstica”. Cuando toda la Iglesia vive esta preocupación prioritaria por la familia, considero que es un hecho providencial la canonización de este sacerdote de nuestras tierras que con toda justicia es calificado en el libro que presento al lector como “profeta de la familia”.

La Iglesia, al declararlo santo, no sólo valida su vida, su magisterio y su misión al servicio de la familia sino que nos lo presenta como su intercesor. Es un maestro pero sobre todo un abogado para nuestras familias. Deseo que, por su ayuda e intercesión, todas las familias vuelvan su mirada hacia Nazaret y aprendan la vida sencilla, laboriosa y cordial de la Santa Familia.

Introducción del Cardenal Ricard Maria Carles en la presentación del libro José Manyanet, Profeta de la familia (J.M. Blanquet - J. Piquer, Claret. Barcelona 2004).

No hay comentarios:

Publicar un comentario